¿Qué significa ser "srilankés puro"? Esta pregunta, aparentemente sencilla, afecta a la esencia misma de la crisis de identidad de la nación y obliga a un ajuste de cuentas con siglos de secuelas ideológicas. Es lamentable que incluso una pequeña nación como Singapur respondiera a esta pregunta hace medio siglo.
Sri Lanka Limpia, aparentemente una iniciativa medioambiental, no debe confundirse con un mero llamamiento a la higiene física. En el fondo, es una llamada a la purificación del pensamiento, la acción y las estructuras sociales. Es un crisol para redefinir lo que significa ser un individuo libre, un ciudadano sin las ataduras de la hipocresía, el doble discurso orwelliano y las mentiras, un constructor de la nación que tenga la libertad y el valor moral de actuar más allá de los tópicos retóricos.
La hipocresía y el doble lenguaje han sido durante mucho tiempo la moneda tácita de la gobernanza y la interacción social en Sri Lanka a todos los niveles de la sociedad. Los que se han hecho con el poder político son a menudo subproductos de este doble lenguaje.
Culpamos a los demás de nuestras debilidades sin corregirnos a nosotros mismos. En lugar de ser el cambio que deseamos, lo esperamos de los demás. Los líderes ensalzan las virtudes que ellos mismos socavan; los ciudadanos condenan la corrupción mientras se dedican a pequeños chanchullos; los intelectuales se enzarzan en elevados debates que sólo sirven para oscurecer las acciones.
Esta duplicidad endémica desintegra el tejido social y convierte el discurso nacional en una farsa en la que las palabras suenan huecas y las acciones traicionan las intenciones declaradas. Ser un "srilankés puro" es, pues, rechazar este engaño omnipresente a todos los niveles, romper la máscara de la virtud fingida y abrazar las verdades incómodas que sustentan el progreso real.
Atrévete a saber
La hipocresía va más allá de la política y se extiende a los sagrados ámbitos de la religión, la educación y la cultura. ¿Cuántas veces los templos, mezquitas e iglesias han predicado la humildad mientras amasaban fastuosas riquezas? ¿Cuántas escuelas producen seguidores obedientes en lugar de librepensadores capaces de desafiar la ortodoxia?
Una Sri Lanka limpia debe hacer frente a esta hipocresía no imponiendo reformas desde arriba, sino promoviendo una cultura de introspección y pensamiento crítico. Como afirmó Immanuel Kant en su ensayo fundamental "¿Qué es la Ilustración? "¡Sapere aude!" - Atrévete a saber.
Atrévete a pensar por ti mismo. Una nación pura es, ante todo, una nación de personas librepensadoras que se niegan a dejarse influir por demagogos y farsantes que se hacen pasar por líderes. Además, debemos hacer caso de la sabiduría de Sócrates, que dijo célebremente: "Conócete a ti mismo".
Para Sri Lanka, es una llamada al autodescubrimiento y a la introspección. Antes de preguntar a los demás, debemos preguntarnos a nosotros mismos. ¿Qué significa realmente ser srilankés? Sólo a través de un autoexamen tan honesto podremos empezar a formarnos una imagen más clara de quiénes somos y de lo que queremos ser.
Consideremos la retórica del patriotismo, que a menudo se utiliza como escudo para la inacción y la mediocridad. "Defender el interés nacional" es un objetivo noble, pero ¿qué significa en la práctica? ¿Es ondear banderas y cantar himnos mientras los ríos se ahogan en plástico y los bosques sucumben a la codicia? ¿O es un trabajo más silencioso y agotador, en el que se exige responsabilidad y sacrificio personal por un bien mayor?
La historia ofrece muchos ejemplos de naciones que han luchado contra estos problemas. Una Sri Lanka limpia debe redefinir la ciudadanía como un empeño activo y participativo, no como un derecho pasivo.
Esta redefinición exige participar en un debate social significativo, que prácticamente ha desaparecido en una era de gritos polarizados y cámaras de eco. Ser un ciudadano puro significa reclamar la esfera pública como espacio para el debate razonado y el entendimiento mutuo. Significa rechazar los falsos binarios de nosotros contra ellos y progreso contra tradición y abrazar la complejidad de una sociedad plural.
El diálogo no debe rehuir las cuestiones polémicas -casta, clase, etnia, religión-, sino abordarlas con honestidad y con el compromiso de una vida digna para todos. Como ha señalado el filósofo Hannah ArendtLa política es el dominio de la libertad", y la libertad en el verdadero sentido de la palabra requiere el valor de tratar a los "otros" sin fingimiento ni malicia.
Revolución de valores
Ser un "srilankés puro" es exigir que se conceda a cada individuo la dignidad y el respeto necesarios para alcanzar su pleno potencial, no como un engranaje de una máquina burocrática, sino como un ser humano con valor intrínseco.
Esta visión no carece de precedentes. Los países escandinavos, a menudo considerados modelos de progreso social, no han alcanzado su estatus mediante reformas superficiales. Han invertido en una educación que prioriza el pensamiento crítico sobre la memorización, en redes de seguridad social que garantizan la dignidad para todos y en una gobernanza que valora la transparencia y la rendición de cuentas.
Sri Lanka también puede aspirar a esas alturas, pero sólo si abandona las mentiras tranquilizadoras que durante tanto tiempo han sostenido su inercia. Como advirtió George Orwell: "Ver lo que se tiene delante de las narices requiere una lucha constante". Esta lucha es el núcleo del Proyecto Sri Lanka Limpia.
En su forma más radical, esta iniciativa cuestiona los fundamentos mismos del Estado-nación. ¿Qué significa ser de Sri Lanka?
La crisis de identidad que asola Sri Lanka no puede resolverse con eslóganes ni con una unidad superficial. Requiere un profundo reconocimiento de la historia, la voluntad de afrontar las cicatrices del colonialismo, la guerra civil y la desigualdad sistémica. Sólo entonces podrá la nación emerger como un todo cohesionado, no a través de una homogeneidad forzada, sino celebrando su diversidad.
Pero incluso mientras imaginamos esta utopía, debemos permanecer cautelosos ante el seductor señuelo del perfeccionismo. La búsqueda de la pureza, ya sea física o ideológica, puede degenerar en puritanismo, donde se silencia la disidencia y se impone la conformidad.
Una Sri Lanka pura debe resistir la tentación de convertirse en una cruzada moral que aleja a quienes no están a la altura de sus ideales. En su lugar, debe cultivar una cultura de empatía e inclusión, en la que el fracaso se reciba con comprensión y no con condena.
En la práctica, esto significa crear sistemas que fomenten la participación sin coacción. Imaginemos una nación en la que el compromiso cívico no sea una obligación, sino una fuente de orgullo y satisfacción. Donde las comunidades se apropien de sus espacios públicos y los conviertan en centros de creatividad y colaboración. Donde la tecnología sirva como herramienta de transparencia y rendición de cuentas, no como instrumento de vigilancia y manipulación. Donde la educación dote a los estudiantes no sólo de conocimientos, sino del valor moral para enfrentarse a la injusticia.
No son quimeras; son objetivos alcanzables si tenemos la voluntad colectiva de perseguirlos.
En última instancia, el Proyecto Sri Lanka Limpia trata de la liberación. Liberación de la hipocresía y los dobles sentidos que nos atan, del miedo que nos paraliza y de las divisiones que nos debilitan. Se trata de convertirnos en hombres y mujeres libres que asuman la responsabilidad de sus vidas y sus comunidades, que se exijan más a sí mismos y a sus dirigentes, y que se nieguen a conformarse con algo menos que una nación digna de sus aspiraciones. Es una revolución en el verdadero sentido de la palabra, no una revolución violenta, sino una revolución de valores.
(Nilantha Ilangamuwa es autora de Después de Assad: ¿Es Siria la nueva Libia en el Mediterráneo? - Después de Assad: ¿Es Siria la nueva Libia del Mediterráneo? - y alto directivo de la Autoridad Portuaria de Sri Lanka [SLPA]. Las opiniones expresadas son personales).
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