Ahora que Donald Trump inicia su segundo mandato como presidente de Estados Unidos, existe una preocupación generalizada sobre la cooperación mundial para reducir el consumo de combustibles fósiles. Dadas sus acciones pasadas en materia de cambio climático y las muchas "malas promesas climáticas" que ha hecho, se espera que siga dando muchos pasos atrás en cuestiones climáticas durante los próximos cuatro años.
En primer lugar, la ya frágil eficacia del Acuerdo de París se verá aún más debilitada por la retirada de Estados Unidos. Trump también ha dejado claro que no quiere contribuir al Fondo Verde para el Clima de la ONU. Como deja claro la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, los países desarrollados deben desempeñar un papel de liderazgo en la reducción de emisiones y tienen la obligación de proporcionar apoyo financiero, tecnológico y de capacidad a los países en desarrollo. Existe la preocupación legítima de que Trump pueda retirar a Estados Unidos de la Convención, socavando aún más la confianza en la gobernanza climática mundial, destruyendo un consenso y unos cimientos ya frágiles, y sumiendo a la gobernanza climática mundial en un déficit aún mayor de confianza, financiación y gobernanza.
El futuro de la gobernanza mundial del clima es cada vez más sombrío.
En segundo lugar, Trump seguirá promoviendo la extracción y el uso de combustibles fósiles en EE.UU., lo que significa que el desarrollo de energías limpias en el país seguirá siendo lento. En los próximos cuatro años, Estados Unidos, bajo el liderazgo de Trump, relajará significativamente las regulaciones sobre combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas. Las posibles direcciones de esta relajación incluyen la reducción de los requisitos de emisiones para las plantas de carbón en funcionamiento, la ampliación de los plazos para cerrarlas y la relajación de los requisitos para equipar las nuevas plantas de carbón para capturar carbono. La política energética y climática de Trump no hace hincapié en una transición verde y baja en carbono, sino que enfatiza la seguridad de la energía barata estadounidense.
Y lo que es más importante, Trump impedirá la aplicación sin problemas de la Ley de Reducción de la Inflación. Es muy probable que Trump utilice órdenes ejecutivas presidenciales para limitar la eficacia de esta ley, logrando así su propósito de suspender o retrasar la aplicación de determinadas partes. Dado que esta ley es una política clave de la administración anterior para promover el desarrollo de energías limpias, la decisión de Trump es una mala noticia para EE. UU. y el mundo.
Ante estas sombrías realidades, la importancia de la cooperación entre China y la Unión Europea para hacer frente a la crisis climática es más que evidente. A pesar de años de debate sobre cómo reducir las emisiones, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, lejos de tocar techo, siguen aumentando. Al mismo tiempo, las temperaturas mundiales están aumentando considerablemente. Los avances en la gobernanza mundial del clima preocupan a todos los que se preocupan por el futuro de la humanidad. Según los datos más recientes de la Organización Meteorológica Mundial, en 2024 la temperatura media mundial era 1,5 °C más alta que entre 1850 y 1900, lo que sugiere que el ritmo de aumento de la temperatura debido a la industrialización es más rápido de lo que predijeron los científicos del clima.
En tercer lugar, la comunidad internacional se enfrentará pronto al agotamiento de su futuro presupuesto de carbono. Según los últimos datos sobre el presupuesto mundial de carbono, tanto si se trata de controlar el aumento de la temperatura global desde la industrialización por debajo de 1,5 °C como por debajo de 2 °C, el futuro presupuesto de carbono será limitado y pronto se agotará. En el futuro, serán necesarios mayores esfuerzos mundiales para crear un impulso concertado que permita hacer frente a los retos climáticos y garantizar que el aumento de la temperatura se mantenga por debajo de los 2 °C.
En cuarto lugar, China y Europa son las principales fuerzas que impulsan la transformación ecológica mundial, y su apoyo a esta transformación sigue siendo firme y persistente. Teniendo en cuenta el presupuesto de carbono, las emisiones, el aumento de la temperatura y la crisis climática, el hecho de que la reelección de Trump signifique que EE. UU. es una fuerza poco fiable en la gobernanza climática mundial, por lo que la cooperación entre China y la Unión Europea es absolutamente importante y necesaria.
En respuesta al resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses del 6 de noviembre de 2024, la Comisión Europea subrayó que la UE cuenta con políticas y objetivos climáticos muy claros y firmes y ha adoptado importantes medidas legislativas y otras políticas para garantizar la consecución de su objetivo climático para 2050. A este respecto, China, que también está firmemente comprometida a alcanzar sus objetivos de doble carbono para 2060, tendrá muchas oportunidades de cooperar y crear iniciativas conjuntas con la UE.
En primer lugar, China y Europa tienen un amplio margen de cooperación en el desarrollo de tecnologías limpias. Como dijo Adair Turner, antiguo presidente de la Comisión del Clima del Reino Unido, durante su visita a China a finales de 2024: "Dada la urgencia de la respuesta mundial al cambio climático, la importancia de la relación entre China y Europa es evidente. Europa debería acoger con satisfacción los beneficios de las bajas emisiones de carbono derivados del desarrollo y la reducción del coste de las tecnologías limpias en China y aceptar las inversiones en tecnologías limpias de las empresas chinas en Europa. China, el Reino Unido y el resto de Europa deberían buscar soluciones comerciales internacionales que conduzcan a resultados beneficiosos para todos en sus relaciones mutuas.
En segundo lugar, a medida que la UE se prepara para aplicar el Mecanismo de Compensación de Emisiones de Carbono (CBAM), la cooperación entre China y la UE en materia de "ecologización" de las industrias con altas emisiones de carbono es especialmente crucial. Si las empresas chinas y europeas pueden reforzar la comunicación y la cooperación en las cadenas industriales relacionadas y en los sectores de altas emisiones de carbono, especialmente en las industrias en las que ambas partes mantienen estrechos vínculos, sobre todo en ámbitos como la divulgación, la contabilidad del carbono y el desarrollo de planes de transformación, ambas partes saldrán beneficiadas.
En última instancia, la cooperación climática sino-europea puede implicar a terceras partes, lo que promoverá fuerzas positivas en la región en general y desempeñará un papel más importante a la hora de abordar la crisis climática. Por ejemplo, existe un margen considerable para la cooperación entre China y la UE en el desarrollo de normas financieras sostenibles. Actualmente existen algunos catálogos de clasificación conjuntos y en el futuro esta cooperación podría ampliarse a ámbitos multilaterales para promover los intercambios, la cooperación y la producción conjunta en este campo.