A nuestro cerebro le encantan las imágenes.
No saben distinguir entre fantasía y realidad. Cuando pensamos mucho en algo y lo imaginamos en imágenes, incluyendo diálogos, sonidos, colores y sentimientos, nuestro cerebro cree que está ocurriendo realmente aquí y ahora. No sabe que es "como", así que con cada imagen de calidad desencadena una respuesta bioquímica adecuada y refuerza las neuroconexiones en cuestión.
El cerebro desencadena emociones "online" y "offline
Hemos superado nuestras emociones "online". Éstas son las que se relacionan con la situación real. Sin embargo, al pensar y hablar constantemente de la misma situación, volvemos a recordar una imagen fuerte y el cerebro cree que está sucediendo de verdad y se desencadena la emoción "fuera de línea". Éstas son las que se adhieren a la idea o al recuerdo en sí. Sin embargo, estas emociones son reales y bioquímicamente medibles. Hay una reacción física real en el cuerpo.
Tiene sus pros
Podemos manipular nuestro propio cerebro pensando en situaciones positivas o imaginando imágenes y visiones agradables. Por eso funcionan, por ejemplo, la meditación y la visualización de objetivos. Si meditamos e imaginamos algo agradable y bonito, experimentamos emociones positivas y se produce un fortalecimiento de las conexiones neurológicas positivas y las consiguientes reacciones bioquímicas en el cuerpo. ¡Y esto en cuestión de segundos! Aumentan las endorfinas, la serotonina, la dopamina, la oxitocina y otras hormonas beneficiosas. El poder de la visualización es inmenso. Al centrar nuestra atención en visiones positivas, metas y deseos coloridos e imágenes armoniosas en nuestra mente, podemos establecer una respuesta fisiológica positiva en nuestro cerebro y cuerpo que beneficia nuestra salud. A través de la visualización positiva enfocada, aumentamos nuestro rendimiento, mejoramos la curación en la enfermedad, resolvemos situaciones problemáticas de forma más creativa y gestionamos mejor el miedo y las reacciones de estrés. La victoria ocurre primero en nuestra mente.
Tiene sus inconvenientes
El cerebro da hasta cinco veces más importancia a las sensaciones y situaciones negativas debido a la necesidad natural de proteger la vida. Cuando vivimos una experiencia negativa fuerte, el cerebro se pone en alerta máxima y desencadena una respuesta de estrés en línea para proteger la vida, aunque ésta no esté objetivamente en juego. Si damos rienda suelta a nuestros pensamientos, nuestro cerebro pensará en la única experiencia negativa en lugar de en diez positivas. Poco a poco, empezará a recordar esa experiencia y desencadenará una imagen poderosa. Ya sabemos que el cerebro se lo cree tanto que piensa que está ocurriendo de verdad. Una y otra vez. Así que la respuesta de estrés repetida vuelve a ocurrir y aumenta la producción de hormonas del estrés: un cóctel lleno de cortisol y adrenalina. Al mismo tiempo, el estrés reduce la producción de serotonina y oxitocina debido a la prioridad de proteger la vida. Con una vida y unos pensamientos negativos prolongados, podemos ir mermando poco a poco la capacidad del cerebro para producir las cantidades necesarias de serotonina y oxitocina, lo que puede conducir a la depresión. ¿Qué significa esto?
¡Cuidado con lo que piensas!
Hay un camino. Independientemente de lo que nos ocurra, podemos elegir activamente nuestra actitud ante cada situación. Siempre podemos decidir conscientemente qué haremos de forma diferente. Hay una libertad y una responsabilidad que nadie nos puede quitar. Y es la libertad y la responsabilidad de nuestras propias actitudes y pensamientos. Con ellos creamos nuestra propia realidad. La clave está en el foco de nuestra atención. Hacia dónde dirigimos conscientemente nuestra atención, existe un enorme potencial que aún no podemos apreciar. Tarde o temprano, lo que podamos imaginar se convertirá en nuestra realidad.
Desde el punto de vista de la neurociencia, es realmente cierto: ¡en lo que piensas, poco a poco te conviertes!
Este artículo ha sido publicado con la amable autorización de de la revista Sphere
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