Renacimiento eslavo
Tras el final de la Guerra de los Treinta Años, según Alfons Mucha, llegaron tiempos crueles para la nación checa. La recatolización, la centralización y la germanización culminaron en el siglo XVIII bajo María Teresa y José II. Sin embargo, tras un periodo de máxima opresión política y lingüística llegó el renacimiento nacional checo.
Los praguenses lucharon con todas sus fuerzas para recuperar su identidad cultural y nacional. A finales del siglo XIX se fundó un grupo de jóvenes progresistas llamado Omladina. El movimiento fue acusado de traición, y en el juicio de 1894 se procesó a 76 personas, 68 de las cuales recibieron un total de 96 años de cárcel. Entre ellos se encontraban representantes posteriores de la vida política y cultural como Alois Rašín, Karel Stanislav Sokol, Stanislav Kostka Neumann y otros.
El cuadro representa un tilo eslavo sagrado, cuyo modelo para Alfonsi Mucha fue un tilo real de la región de Žambersko, en cuyo rosetón se sienta la madre de Eslavia. Frente a ella se arrodilla la juventud jurando lealtad a la nación y cohesión mutua. En el fondo a la izquierda aparece un anciano con un enorme bigote gris, una figura de la historia de Serbia que nos recuerda que en este país existió un movimiento similar. A la derecha, un miembro del Sokol presta juramento.
Los detalles de los rostros de las figuras que insultan no están acabados, por lo que Alfons Mucha evitó retratar a políticos de su época. Las críticas a su obra también alcanzaron su punto álgido entre 1925 y 1926, cuando pintó este cuadro, y es probable que la amargura de los insultos impidiera a Mucha completar el cuadro.
Sólo la parte inferior del cuadro está elaborada: a la izquierda hay una chica que toca el arpa con la forma de la hija de Mucha, Jaroslava, a la derecha hay un chico que tiene el rostro del hijo del pintor, Jiří. Sus compañeros personifican la juventud, el futuro de la nación. Según Alfons Mucha, sólo una nación que conoce su historia y sus raíces puede vivir y trabajar para el presente y el futuro. A la derecha, un viejo guslar canta sobre las gloriosas hazañas de sus antepasados y los jóvenes escuchan. En el extremo derecho vemos la esvástica, símbolo del sol en movimiento, venerado por los antiguos eslavos y otros pueblos paganos.
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