El Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (MoLSA) ha gastado un total de 1.200 millones de coronas checas entre 2016 y 2022 para aumentar el empleo de personas desfavorecidas, como personas con baja cualificación, personas con discapacidad, desempleados de larga duración, mayores de 50 años, personas que cuidan de niños pequeños u otras personas dependientes, sin especificar qué tipo de cambio se quiere lograr. Por lo tanto, no puede controlar los beneficios a largo plazo de los proyectos subvencionados. Para la ejecución del proyecto se puede utilizar un total de 9,1 millones de coronas checas. El Ministerio gastó 9,9 millones de coronas checas en gastos no subvencionables, por ejemplo apoyando a personas que no pertenecían a los grupos destinatarios definidos.
Así lo constató la Oficina Suprema de Auditoría (OSA) durante una auditoría de los fondos estatales y de la UE destinados a aumentar el empleo de diversos grupos desfavorecidos. Además del MoLSA, los auditores examinaron 10 proyectos seleccionados en seis beneficiarios.
Los auditores constataron que el MoLSA sólo había fijado un objetivo cuantificado a más largo plazo, relacionado con el cambio deseado en la población. Se trataba de alcanzar una tasa de empleo de 75% para las personas de 20 a 64 años. Sin embargo, el valor fijado ya se superó en el año de inicio de las ayudas, a finales de 2016. En 2022, según la Oficina Checa de Estadística, 81 % personas de esa franja de edad tenían empleo.
La evaluación del éxito de la ayuda se basó principalmente en el número de participantes en el proyecto y en los que obtuvieron cualificaciones. Sin embargo, en muchos casos estos parámetros no repercuten en su inserción en el mercado laboral. El número de participantes tampoco permite por sí solo evaluar los beneficios reales de los proyectos. Por ejemplo, el beneficiario de la subvención organizó cursos de reciclaje para conductores, soldadores, trabajadores del metal, cuidadores, etc. La fiscalización de la SAO puso de manifiesto que el 78 % de todos los reciclados no encontraron empleo en el mercado laboral en absoluto o encontraron empleo al margen de su reciclaje.
Los dos ejemplos siguientes ilustran la utilización de fondos para gastos no subvencionables: uno de los proyectos estaba destinado a apoyar a personas que habrían estado en riesgo de desempleo sin su participación en el proyecto. La SAO constató que 31 de las 62 personas pudieron volver a su empleador original tras el permiso parental. Por lo tanto, no se trataba de personas que hubieran estado en riesgo de desempleo sin su participación en el proyecto. Otro proyecto pretendía contribuir a reducir el número de desempleados de larga duración y discapacitados endeudados. Los auditores de la SAO constataron que en el caso de treinta y uno de los 49 participantes en el proyecto, es decir, de más de 63 %, el beneficiario no demostró que estas personas pertenecieran al grupo destinatario seleccionado.
Según la SAO, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales gastó fondos para apoyar proyectos destinados a aumentar el empleo de grupos desfavorecidos con una eficacia y eficiencia reducidas. Los proyectos sólo contribuyen a un aumento del empleo a corto plazo, principalmente mientras dura el proyecto o mientras dura la subvención salarial para el puesto de trabajo subvencionado. La SAO no encontró beneficios a más largo plazo en términos de aumento de las tasas de empleo.
La fiscalización de los diez proyectos seleccionados puso de manifiesto que sólo en un caso los beneficiarios gastaron los fondos de forma eficiente, pero con una eficacia reducida. En dos casos, los beneficiarios gastaron todos los fondos de manera ineficaz e ineficiente, apoyando a personas que no pertenecían a los grupos destinatarios. En otros siete casos, la SAO encontró deficiencias parciales que redujeron la eficacia y la eficiencia de los fondos gastados. En cuatro proyectos, la SAO encontró pruebas de incumplimientos de la disciplina presupuestaria.
SAO/ gnews - RoZ