EL CAIRO - Aunque las esperanzas son grandes para el país, muchas cosas pueden salir mal cuando se derroca a un dictador de larga data y se intenta empezar de nuevo. Los países de Oriente Medio y el Norte de África que han intentado la transición a la democracia en los últimos años pueden dar fe de ello.
Ahora le toca a Siria intentar hacerlo bien. Es difícil extraer lecciones de las experiencias de Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Sudán desde la oleada de levantamientos de la Primavera Árabe que comenzó en 2011, porque la dinámica de cada país es diferente, pero hay temas comunes.
En algunos casos, la "revolución" se perdió cuando facciones armadas lucharon por el poder o surgió un ambicioso aspirante a hombre fuerte. En otros casos, los militares se negaron a ceder el control a los civiles, o países extranjeros alimentaron el conflicto apoyando a uno u otro bando con dinero y armas.
Antes de tomar decisiones importantes que puedan provocar una respuesta desestabilizadora, las preguntas que hay que hacerse son: ¿cómo hacer frente al antiguo Estado policial: purga o compromiso? ¿Qué se hace primero, convocar elecciones o redactar una constitución? ¿Y cómo arreglar una economía paralizada y plagada de corrupción?
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