Estimados conciudadanos,
En este momento, y en esta ocasión, es costumbre recapitular el año transcurrido. Sin embargo, no quiero retroceder demasiado. Lo importante es lo que tenemos por delante y, en particular, aquello en lo que podemos influir. De eso me gustaría hablarles.
En el Año Nuevo, deseamos vivirlo en paz. Que estemos sanos y seamos felices. Que tengamos tantos motivos como sea posible para sentirnos felices y orgullosos. Hoy, estos deseos resuenan con una urgencia aún mayor.
Muchos de nosotros nos sentimos aprensivos ante los días y acontecimientos que nos esperan. Y lo comprendo. Estamos agotados por el miedo que propagan las guerras en curso. Estamos cansados de las crisis. Decepcionados por las expectativas incumplidas. Preocupados por el coste de la vida, que se ha disparado en los últimos años. Se cuestionan valores que creíamos inmutables. Estamos bajo presión para formar opiniones firmes sobre una serie de cuestiones sociales, tanto esenciales como no esenciales. Estamos bajo la presión de grandes emociones.
Esto hace aún más necesario que comparta con ustedes mi experiencia de los dos últimos años, así como mi convicción de que el estado real de nuestro país no es ni mucho menos tan malo como a veces pensamos basándonos en sentimientos negativos difundidos deliberadamente.
La República Checa, a diferencia de muchos lugares del mundo, tiene la suerte de no ser escenario directo de guerras ni de sufrimientos humanos generalizados. Por el contrario, está protegida por la sólida red de seguridad de la Alianza del Atlántico Norte y otras garantías internacionales. Nuestras opiniones y posiciones gozan de espacio y respeto en el extranjero. Mucha gente está contenta con la vida que lleva.
Y aunque es indudable que hay ámbitos en los que nos estamos quedando atrás económicamente a largo plazo y que nuestros salarios reales crecen con bastante lentitud, la situación económica general de nuestro país no es mala. Y aunque dentro de unos años sigamos sin tener los mismos salarios que en Alemania, sin duda ayudaría a nuestra prosperidad futura que, como en Alemania, se pagaran en moneda europea.
Sí, estoy convencido de que podemos hacer con confianza planes optimistas para los próximos años, no escenarios temerosos.
Me lo confirman una y otra vez en los momentos en que nos encontramos cara a cara. Cuando hablo contigo de las cosas que consideras importantes. Cuando me cuentas con qué dificultades te enfrentas y cómo. Cuando puedo ver con mis propios ojos los resultados de vuestro trabajo, de vuestros esfuerzos. Y cuando soy testigo directo de que la solidaridad, la ayuda mutua y la amistad son características inequívocas de nuestra comunidad.
Naturalmente, también percibo que no a todo el mundo le va bien. Hay hogares que luchan día a día para superar los obstáculos de la vida. Una cuarta parte de nosotros vive en zonas económica y socialmente vulnerables. Y aunque esto no significa que uno de cada cuatro se enfrente a la exclusión o la pobreza, sí significa que una gran parte de nuestra sociedad se ve directamente afectada por el mal estado de estas zonas.
Reducir las desigualdades entre regiones es uno de los retos más importantes que debemos afrontar. Porque si queremos tener éxito como conjunto, como país, no puede importarnos cómo les va a las partes más débiles del país. Y tenemos que actuar en consecuencia en la política.
Por eso quiero deciros hoy a vosotros que no tenéis buenas condiciones de vida, a vosotros que no tenéis tantas oportunidades de encontrar una buena vivienda, un buen trabajo, médicos o escuelas para vuestros hijos, quiero deciros que seguiré haciendo oír vuestra voz. Seguiré utilizando todas las herramientas que me da la Constitución para que en el tratamiento de vuestra situación prevalezcan la cordialidad y la voluntad de los partidos políticos de buscar un consenso razonable. Esto es esencial para las soluciones estructurales a largo plazo.
Por eso viajar a las regiones más remotas, incluso a los pueblos y ciudades más pequeños, es y seguirá siendo tan importante para mí.
Estos tiempos no favorecen a las personas dispuestas a negociar, a dar un paso atrás en sus posiciones y a buscar compromisos. Lo siento. La capacidad de dialogar, de escucharse y de reflexionar sobre los argumentos de los demás se está perdiendo poco a poco. El hecho de que el lenguaje de los políticos se reduzca cada vez más a eslóganes de marketing que poco tienen que ver con el fondo de la cuestión.
Incluso una palabra tan pura como paz se ha convertido en objeto de tal distorsión mercadotécnica. Como persona que ha vivido guerras, soy plenamente consciente del valor de la paz y de su coste. Estoy seguro de que todas las personas judiciales desean vivir en paz y que, desde luego, no es algo que deba dividirnos. No dejemos que nos la impongan.
Este año nos enfrentamos a elecciones a la Cámara de Diputados. Podemos esperar que los hechos y los argumentos por los que deberíamos orientarnos queden cubiertos por una capa aún más gruesa de eslóganes y emociones distantes. Nos enfrentaremos más que nunca a distorsiones de la verdad o a mentiras descaradas.
Las elecciones serán importantes. Decidirán si se abordarán, y cómo, los defectos más fundamentales que aquejan a nuestro país. Y si se abordarán con humildad, honestidad y a largo plazo, o sólo para conseguir popularidad a corto plazo. Es esencial que tengamos un gobierno que garantice que la República Checa seguirá siendo un país seguro, donde se preserva la libertad, donde las leyes funcionan, donde se hace cumplir la ley, donde hay un entorno justo para la vida y los negocios.
Ojalá cada uno de nosotros se diera cuenta del peso que tendrá su voto en las elecciones. Ojalá pudiéramos mirar más allá de las etiquetas de liberal, nacional o conservador. Porque las verdaderas soluciones y decisiones políticas son mucho más importantes.
Está claro que los ciudadanos no sólo de nuestro país exigen políticos que se caractericen por su firmeza. Esa es, sin duda, una cualidad buena e importante. Sin embargo, si no se complementa con discreción, razón y decencia, puede salir mal.
Sobre todo, me gustaría que no asociáramos a los valores de la democracia ningún sentimiento de escepticismo y decepción por el modo de vida actual. Una vida digna en libertad tiene mucho más valor y satisfacción que una vida dependiente de la voluntad de cualquier autoritario. Hemos tenido nuestra experiencia al respecto.
En un año electoral, me propongo dar más importancia a las cuestiones de fondo que tienen verdadero potencial para cambiar nuestras vidas a mejor. Para ello, trabajaré con expertos y personalidades respetadas, y también aprovecharé la experiencia y los conocimientos de mis viajes a las regiones. El objetivo será crear un espacio para un debate honesto y sustantivo entre los partidos políticos, basado en argumentos y hechos. Y, por otro lado, limitar la influencia de las medias verdades, la desinformación deliberada y las falsas acusaciones contra los oponentes, gracias a la naturaleza factual de dicho debate.
Este año también será extremadamente importante porque mostrará la futura dirección de los dos países más grandes de la Unión Europea, Francia y Alemania. También veremos los primeros pasos de la nueva administración estadounidense y sus medidas económicas hacia nosotros, es decir, Europa. Habrá cambios en Oriente Próximo. Sentiremos de primera mano cómo será la eventual paz en Ucrania, o si Alemania saldrá del estancamiento económico.
Nosotros mismos tendremos que ser mucho más activos. Como país y como Europa. Al mismo tiempo que los retos y las presiones para tomar decisiones importantes, también tenemos la oportunidad de impulsar grandes cambios. No debemos desaprovechar esta oportunidad. Aunque suponga mucho trabajo, aunque requiera mucho esfuerzo.
Estimados conciudadanos,
Te deseo un buen año para ti personalmente, lleno de felicidad, salud y días felices.
Permítanme terminar mi discurso de Año Nuevo con una nota muy personal. El año pasado nació nuestro quinto nieto. La familia es para mí un trasfondo importante y una fuente de alegría, y deseo que cada uno de ustedes tenga en su círculo cercano personas en las que pueda apoyarse. Es la familia la que nos brinda oportunidades casi ilimitadas de expresar nuestra propia responsabilidad, amor y cohesión.
Como padres, abuelos y familias enteras, también deseo que podamos proporcionar a nuestros hijos la mejor educación posible, el espacio más seguro posible para su desarrollo y criar una generación segura, de pensamiento sano y feliz.
Y yo os deseo, queridos escolares, si aún estáis mirando, un feliz año. Y que sentaros en vuestros pupitres no sólo os entretenga, sino que os abra las puertas a nuevas ideas, aventuras y el valor de mejorar el mundo que os rodea. Porque vosotros sois los que un día haréis las historias de este país.
Gracias por su atención y les deseo a todos un Feliz Año Nuevo.
Petr Pavel, Presidente de la República, Castillo de Praga 1. 1. 2025
castillo.cz/ gnews - RoZ