Mientras la comunidad internacional ha decidido por consenso conmemorar el genocidio de los tutsis ruandeses en 2003 y el Holocausto en 2005, Serbia ha presionado en las últimas semanas para impedir una votación en la ONU para conmemorar la masacre de Srebrenica.
Un año antes del trigésimo aniversario de la ejecución sistemática de 8.372 hombres y niños musulmanes en Srebrenica (Bosnia y Herzegovina), la comunidad internacional decidió el jueves 23 de mayo conmemorar anualmente el genocidio cometido en julio de 1995 por el ejército de la República de Bosnia y Herzegovina. Sin embargo, esta decisión no fue ni mucho menos unánime entre los miembros de la Asamblea General de la ONU: 84 países miembros votaron a favor, 19 en contra y 68 se abstuvieron, a pesar del enfado de Serbia y del líder serbobosnio, Milorad Dodik, que siguen negándose a reconocer este genocidio.
La resolución, que establece el 11 de julio como día conmemorativo a partir de 2025, es la tercera de este tipo votada por la ONU tras la conmemoración en 2003 del genocidio de los tutsis ruandeses y la Shoah de 2005. Sin embargo, es la única resolución que no ha sido adoptada por consenso, a pesar de que el texto ha sido suavizado para eliminar toda referencia a la responsabilidad de Serbia. Esta votación es otro síntoma de la polarización que reina en la Asamblea General y subraya el hecho de que marginar al "bloque occidental" ya no es un tabú en Nueva York.
"El objetivo de nuestra iniciativa es honrar la memoria de las víctimas y apoyar a los supervivientes que aún viven con las cicatrices de aquella fatídica época", declaró la embajadora alemana ante la ONU, Antje Leendertse, que presentó la resolución junto con Bosnia y Herzegovina y Ruanda. "No puede haber lugar para la negación, el revisionismo histórico o la glorificación de criminales de guerra condenados", añadió su homólogo francés Nicolas de Rivière.
Orbán apoya a Vucic
Las autoridades serbias, que lideraron una campaña masiva de presión para rechazar la resolución, celebraron irónicamente la votación alegando que el gran número de abstenciones la invalidaba, a pesar de las normas de votación de la ONU. "Más de dos tercios de la población mundial estaba de nuestro lado", declaró el Presidente serbio Aleksandar Vucic, que había acudido a Nueva York expresamente para la ocasión. Agradeció el apoyo de sus aliados chinos y rusos, así como el de la Hungría de Viktor Orban, único país de la Unión Europea (UE) que votó en contra de la resolución. Antes de la votación, acusó a Alemania de "politización" y trató de socavar su iniciativa con numerosas referencias a la "Alemania nazi".
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