Queridos hermanos y hermanas, ¡que tengáis un buen domingo!
Hoy, segundo domingo de Cuaresma, el Evangelio nos habla de la transfiguración de Jesús (Luke Después de subir al monte con Pedro, Santiago y Juan, Jesús se sumerge en la oración y resplandece de luz. Así muestra a los discípulos lo que hay detrás de los gestos que hace entre ellos: es la luz de su amor infinito.
Comparto con vosotros estos pensamientos mientras atravieso un periodo de prueba y me uno a muchos hermanos y hermanas enfermos: en este momento tan frágiles como yo. Nuestra carne es débil, pero aun así, nada nos impide amar, rezar, dar, ser los unos para los otros en la fe, signos luminosos de esperanza. ¡Cuántas luces brillan en este sentido en los hospitales y lugares de asistencia! ¡Cuántos cuidados amorosos iluminan las habitaciones, los pasillos, las consultas, los lugares donde se realizan los servicios más humildes! Por eso, hoy quisiera invitaros a uniros a mí en la alabanza a Dios, que nunca nos abandona y que, en los momentos de dolor, pone a nuestro lado personas que reflejan el rayo de su amor.
Papa en el Hospital Gemelli: estado estable y mejora gradual gracias al tratamiento
Gracias a todos por vuestras oraciones y gracias a quienes me cuidan con tanta dedicación. Sé que muchos niños rezan por mí; algunos de ellos han venido hoy aquí, al hospital Gemelli, en señal de cercanía. ¡Gracias, queridos niños! El Papa os ama y sigue esperando encontraros.
Sigamos rezando por la paz, especialmente en los países devastados por la guerra: Ucrania, Palestina, Israel, Líbano, Myanmar, Sudán, la República Democrática del Congo.
Y recemos por la Iglesia, llamada a aplicar en decisiones concretas el discernimiento hecho en la reciente Asamblea sinodal. Gracias a la Secretaría General del Sínodo, que acompañará a las Iglesias locales en este esfuerzo durante los próximos tres años.
Que la Virgen nos proteja y nos ayude a ser, como Ella, portadores de la luz y de la paz de Cristo.
vaticannews.va/ gnews.cz-jav