CIUDAD DEL VATICANO - La Santa Sede "reconoce el papel esencial del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en la búsqueda de un mundo libre de armas nucleares", un objetivo que, según el Papa Francisco, es "posible y necesario." Lo dijo el arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, en su discurso en el primer día de la 68ª sesión de la Conferencia General del OIEA, que se celebra en Viena del 16 al 20 de septiembre. La Santa Sede, dijo Gallagher, reitera su "firme apoyo a las numerosas contribuciones de este Organismo al régimen de no proliferación nuclear, así como al uso seguro y pacífico de la tecnología nuclear. Es esencial que estas tecnologías se aborden siempre desde una perspectiva que sirva al bien común de la humanidad y al desarrollo integral de cada ser humano".
Entre las contribuciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica al progreso en materia de seguridad nuclear, la Santa Sede, subrayó Gallagher, apoya especialmente los esfuerzos "para garantizar la seguridad y la protección en la central nuclear de Zaporozhye" y evitar lo que el Papa calificó de "catástrofe nuclear". Las actividades militares vinculadas a la guerra en Ucrania, "señaladas en las cercanías de Zaporozhye y en la central nuclear de Kursk", son "profundamente preocupantes" para la Santa Sede. El Arzobispo elogió al Director General del OIEA, Rafael Mariano Grossi, y a sus inspectores "por su valentía y profesionalidad al mantener una presencia continua sobre el terreno en Zaporizhzhya y proporcionar informes imparciales y objetivos sobre la situación." Además, la Santa Sede "exhorta a las partes en conflicto a abstenerse de atacar estos lugares, cuyas consecuencias podrían ser devastadoras para toda la humanidad".
La Santa Sede también acoge con satisfacción los continuos esfuerzos del Organismo Internacional de Energía Atómica para negociar con Irán sobre su programa nuclear y lamenta que Teherán "dejara de cumplir sus compromisos nucleares en virtud del Plan Integral de Acción Conjunto hace varios años". En su discurso al cuerpo diplomático en enero de este año, el Papa Francisco expresó su esperanza de que se reanuden las negociaciones "para garantizar un futuro más seguro para todos". Negociaciones que la Santa Sede espera que se reanuden también sobre la cuestión del programa nuclear de Corea del Norte, "que, con su continua producción de armas nucleares y pruebas de misiles, representa una grave amenaza para la integridad del régimen de no proliferación". También por esta razón, dijo el Secretario para las Relaciones con los Estados, las garantías del Organismo Internacional de Energía Atómica son "una contribución esencial a la promoción de la paz y la seguridad, ayudando a construir una atmósfera de confianza en lugar de reproches mutuos".
Monseñor Gallagher destacó el papel del Organismo Internacional de Energía Atómica en la aplicación del Tratado de No Proliferación Nuclear, firmado y ratificado por la Santa Sede, "para prevenir la proliferación de armas nucleares y facilitar la difusión de los beneficios de la ciencia y la tecnología nucleares pacíficas a disposición de los países en desarrollo". En este contexto, la Santa Sede elogia los esfuerzos del Organismo Internacional de Energía Atómica "para facilitar el suministro de radioterapia y medicina nuclear a precios asequibles para los enfermos de cáncer" en los mismos países que son "cada vez más cruciales" para la dramática propagación de la enfermedad.
En su discurso, el arzobispo Gallagher también recordó que el apoyo de la Santa Sede a los esfuerzos del Organismo Internacional de Energía Atómica se basa en el magisterio del papa Francisco, para quien, como escribe en su encíclica Fratelli Tuttiel objetivo último de la eliminación total de las armas nucleares se convierte a la vez en un desafío y en un imperativo moral y humanitario". El Secretario para las Relaciones con los Estados citó también el mensaje del Papa de junio de 2023 al Consejo de Seguridad de la ONU, en el que pedía un "no" decisivo a la guerra, afirmando que "la guerra no puede justificarse, pero sólo la paz es justa: una paz estable y duradera, construida no sobre el precario equilibrio de la disuasión, sino sobre la fraternidad que nos une". En un mundo en el que "una acelerada carrera armamentística, alimentada por la escalada de las guerras, está tomando el relevo de los esfuerzos de desarme", el Papa Francisco, en su discurso al cuerpo diplomático en enero de 2022, denunció que "el uso de la energía atómica con fines bélicos es inmoral, como inmoral es la posesión de armas nucleares".
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